5 de septiembre de 2006

Cucharitas


Desde hace un tiempo, estoy convencido que algo especial sucede con las cucharitas de café. Primeramente, como hemos contado previamente, me llamó la atención la continua desaparición de las mismas, en la cocinita que hay en la oficina donde trabajo. Luego, caí en la cuenta que en el comedor, también hay problemas con las cucharitas. Es más, ya no las ponen más. Las únicas cucharas que hay, son soperas. Incluso para comer un helado, una ensalada de frutas o una gelatina. (Un párrafo aparte merecería aquí este acontecimiento, sin dudas exasperante, que pone a prueba la paciencia y cordura de los comensales, quienes buscan la forma de llegar al fondo de una copa de postre –generalmente cónica- con una cuchara sopera).
Luego comencé a preguntar a mis conocidos y, de a uno, fuimos cayendo en la cuenta y prestando atención a este extraño fenómeno de desaparición de cucharas. Cada uno contó en su casa, y descubrió que en cada juego de cubiertos, había siempre menos cucharitas de café, que del resto de los cubiertos. Llegué a hurgar en las famosas cajas de cubiertos “del casamiento” de mis abuelos incluso, y allí también tenía lugar el prodigio.
Yo no sé que puede pasar, se me ocurren varias teorías escabrosas, que van desde un complot de fabricantes de cubiertos, hasta la tarea de hormigas de un coleccionista. Todas perfectamente refutables, con argumentos apabullantes, como que al fabricante cualquier cubierto le vendría bien, o que a un coleccionista, más de una de un objeto de la misma clase no le importa demasiado. Que las roben de algún bar, o restaurante tampoco me parece muy verosímil, ya que si así fuera, en algún bar sobrarían, y no. Por lo visto faltan en todos lados. Llegué a pensar que serían los ilusionistas, tipo Tu-Sam que las doblaban para deleite de las plateas, pero lo descarté por demasiado pretensiosa.
Los comerciantes de las máquinas expendedoras automáticas de infusiones algo sospechan, porque sino, no hubiesen desarrollado esos horribles palillos plásticos para revolver café, que si está muy caliente, terminan doblados y derretidos.Todo esto que cuento, me ha forzado a tomar partido en el asunto. Ya hace dos meses que no revuelvo ninguna infusión. He optado por tomar el café amargo, no escurro el saquito de té o mate cocido, ni revuelvo el chocolate para quitar la molesta nata. Si señores, he dejado de ser un usuario de cucharitas de café. No voy a seguir alimentándolos, quienesquiera que sean. He dicho.

3 comentarios:

nat dijo...

Impecable, Fabi. Estoy de acuerdo con vos y me sumo a tu cruzada. Es por eso que tomo sólo mate, que no requiere cucharitas y a la bombilla se la cuida cada uno.
Ahora, si llegamos a un acuerdo, te puedo decir de alguien en la oficina que tiene encanutadas varias de las cucharitas perdidas del mundo...

Fabián dijo...

Estoy dispuesto a negociar. No para recuperar las cucharitas, ya no me importan, sino para aplacar mi curiosidad.

Anónimo dijo...

que buena idea!!! y si mandamos cadenas para que se adhieran a la cruzada cucharil???/