5 de septiembre de 2006

Teorías

Lista recopilada entre las 8:45 y las 9:03 del lunes.
10:12:44
09:59:15
14:31:58
03:45:00

Y la lista puede seguir. Son las horas que marcan los relojes dispuestos en carteles de publicidad a lo largo de la avenida de Puerto Madero. Como con las cucharitas, me resisto a creer que la razón sea extremadamente simple, como que nadie los pone en hora. Algunas de las teorías que se me ocurren, en asociación libre, y sus respectivas refutaciones, son:
- Recurso publicitario. Improcedente. Al tener el entretenimiento de la hora, los transeúntes nos concentramos en los relojes, incluso, tratando de adivinar la hora que tendrá el de la siguiente cuadra. La publicidad pasa desapercibida.
- Extraño suceso espacio-temporal. Pretensiosa. Nada hace indicar que el tiempo varíe a lo largo de la avenida, ya que el sol brilla a la vez en todos, y las sombras apuntan para el mismo lado.
- Último recurso de los empleados de la zona que llegan tarde para mostrarle a través de la ventana a sus jefes la hora que indica el reloj de la cuadra. Impracticable. Aunque más no sea, habría que acercarse al reloj para lograr cambiar la hora. Y como argumento es extremadamente débil para justificar la llegada tardía. Es prerible reventar la goma del colectivo en que venimos, o matar al perro del vecino que tanto lo quería y está deprimido.
- Jugarreta de un gracioso. Exagerada. Si la idea es desorientar, lo mejor sería que todos digan una hora similar, para resultar creíble.
- El encargado de ponerlos en hora trabaja en un hotel y pone en cada reloj la hora de un lugar particular del mundo. Inexacta. Los husos horarios difieren como mínimo en 1 hora. No es posible que haya tal diferencia de minutos.
- Algún rebuscado, que quiere que la gente elucubre teorías extravagantes acerca de las razones para poner tal o cual hora. Altamente probable. Conmigo surtió efecto.

3 comentarios:

nat dijo...

Muy buenas teorías. No sé qué pasa en los relojes de Puerto Madero, pero sí estoy segura que entre la idea de mi reloj despertador y mi idea de la hora que me tengo que despertar, distan varios husos horarios.

Andrea Felsenthal dijo...

Eso es lo pero... que los relojes empiecen a tener ideas.
El mío es un cruel elucubrador de fantasías, porque pone la hora a la que me tengo que ir a trabajar... llego corriendo, acalorada, toco el timbre, abro el ascensor, y vuelvo a mirar el reloj... ¡Faltan diez minutos para mi horario! A veces creo que las agujas de las 13:10 se parecen a una sonrisa sarcástica.

Anónimo dijo...

para mí que el autor del fenómeno es un benefactor público, ya que son las últimas cuadras antes de llegar a mi trabajo y, al distraerme, me ahorra el estrés de saber que llego tarde una vez más.