26 de mayo de 2006

El ocaso de la ilusión

“Cuando me examino a mi mismo y a mi método de pensamiento,
llego a la conclusión de que el don de la fantasía ha significado más para mí
que mi talento para absorber el conocimiento positivo”
Albert Einstein (1879-1955)



Recuerdo con cierta nostalgia (vamos, que no soy tan grande) la época en que nos permitíamos soñar un poco y dejarnos sorprender.

¿Dónde ha quedado nuestra capacidad de ilusión? ¿Me parece a mí, o estamos en una época de desmitificadores (reite de los “refutadotes de leyendas” del querido Negro Dolina) que se vanaglorian tras la justificación absoluta de todo lo que pasa?

Últimamente, hablando del 7mo arte por tomar un ejemplo, es casi más importante el “backstage” que la película en si misma. En una especie de carrera de ingenio, se incita a los espectadores a cuestiones tales como “descubra los 143 errores que hay en GLADIADOR”, o bien “disfrute viendo como se hizo la maqueta en escala 200:1 del Titanic”, o “encuentre tal o cual extra que aparece 5 veces haciendo distintos papeles”. No se al resto de los mortales, pero desde la proliferación de estos “detrás de escena”, yo he modificado mi conducta como espectador, muy a mi pesar!! Me descubro frente a la pantalla, tratando de encontrar y desenmascarar algún efecto o bien a criticar el rol del papel del cocinero, que se nota que en su vida (pobre actor) tuvo una sartén por el mango. Pucha! Si uno al cine/teatro va a ver una ficción, ¿o no era así? ¿No es mejor, poder dejarse llevar por la historia que el autor, guionista, director, actores tratan de hacernos creer? ¿No es preferible permitirse soñar? Ya casi me siento como el amigo de un amigo mío, que llegó el día en que arrojó el ‘patoruzito’ que estaba leyendo, al grito de “naaaa, ma’de la mitá e’ mentira”.


Otro ámbito de desmitificación permanente, sucede en Navidad. Solemos ver a unos pobres niños, que van a llevar su humilde carta pidiendo su regalito, al shopping de moda, o la verdulería de la vuelta, donde tras una larga cola, se enfrenta a un pobre señor gordo que, abrigado cual si estuviese realmente en el polo norte, a 32°C transpirando como en un sauna. Este pobre señor, harto ya de tantos niños, les baja de un gomerazo la imagen idílica, soñadora, esperanzada de un Papá Noel etéreo, que todo lo ve y emite su juicio acerca del comportamiento anual de la tierna criatura, con una recompensa en forma de regalo.

Realmente me pregunto si somos conscientes de todo lo contraproducente que resulta atender a este absolutismo realista (¿o realismo absolutista?). En la medida que profundicemos en este aspecto, estaremos cada vez más aplanados, homogeneizados, adoctrinados...

Creo que me gustaba más como era antes. ¿Será un signo de vejez? ¿Otro más?
La pucha!

“Lo más bonito que podemos experimentar es el misterio.
Es la fuente de toda arte verdadera y de toda ciencia.
Aquél a quien sea extraña esta emoción,
aquel que no pueda detenerse a maravillarse
y permanecer absorto de asombro,
es tan bueno como un muerto: sus ojos están cerrados”
Albert Einstein

No hay comentarios.: