Promediando la noche deanoche me levante, por la necesidad imperiosa de ir al baño. Como tenía un pie con una venda, poruna torcedura de tobillo reciente, iba a los saltitos sin prender la luz, tratando de no hacer ruidos. A pocos pasos dela puerta del baño, siento que con el pie que daba los saltos, piso algo de consistencia dudosa. Recordé quela Puky había quedado adentro. Maldije en silencio a la perra, y como pude, tratando deno ensuciar demasiado, seguí haciendo equilibrio hasta el baño. Pensé “es augurio de buenasuerte, según dicen. Esperemos que cambie esta racha”. Pobre iluso. El correr del día me demostraría cuan equivocado estaba.
Por la mañana, me desperté con una sensación extraña. Miro eldespertador, 6.12 am decía. La luz que entraba por la ventana lo desmentía. Busqué unasegunda opinión, eran las 9.20. Evidentemente el despertador se había parado. Salté hacia el baño, abrí laducha. Luego del tiempo prudencial que amerita la espera del agua caliente, tanteé el agua y seguía fría. Supuse, acertadamente, que el calefón se había apagado. Bajé y lo encendí. La lista seguía poblándose de sucesos desafortunados.
Fui a la estación. Como era depreverse, el tren acababa de irse, había que esperar 20 minutos más. Por suerte, tanto nollovía y la temperatura había subido.
En la Terminal debía transbordar al subterráneo. Tenía que comprar una nueva tarjeta. Obviamente, había cola. Hasta me aburro de escribir todos los acontecimientos...
Finalmente, llegue al trabajo, casi doshoras tarde. Por supuesto, tenía una reunión a la que llegué tarde. Luego detres intentos fallidos, bloqueé mi usuario del sistema. Fui a la maquina de café, pedí uncafé con leche. Por lo que quedó en el vaso, era de suponer que se había acabado la leche. Ahí lodejé. Tuve la deferencia de pegar un cartelito que prevenía de la situación. Deferencia que notuvo mi predecesor en el intento. Hice un mate cocido, y me senté enel escritorio arevisar papeles. Un compañero pasó demasiado cerca, pateó el escritorio y el matese derramó sobre el teclado. Desdeentonces la barra espaciadora no anda del todobien (lohabránpodidonotar,aestaalturadelrelato).
Decidido a compartir los hechos fortuitos que me acompañaban ese día, comencé a escribir esta historia. Cuando estaba llegando al final de laprimera versión, la PC se colgó, y perdí lo quehabia escrito. Volví a escribirlo. La versión nofue tan buena como laque se había perdido. No obstante, quise subirla al blog. Esta vez, falló la página y tuve que volver a empezar por tercera vez. La tercera versión, que espero sea la definitiva, es aún peor quela segunda. Llego a tener algún otro inconveniente, la dejo como quede. Espero poder termi
2 comentarios:
Buenísimo, Fabi... ¿fue el día que nos cruzamos en la puerta de la oficina? ni te digo por qué llegué yo tarde ni como siguió el resto de mi día, que casualmente no le había cambiado las piedritas al gato y también me levanté por la noche para ir al baño...
A juzgar por su pie vendado, las desgracias habían empezado antes... no se preocupe, "no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista"...
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