El tren Mitre que tomo regularmente pasa cerca del hipódromo de Palermo. Ni bien se deja el hipódromo con destino a Retiro, se atraviesa una zona donde hay mucha interferencia en la radio.
Suelo escuchar determinados programas en FM donde, a esa hora al menos, hay gente hablando y poca música. La interferencia obliga a los pasajeros (se puede apreciar claramente) a hacer malabares y piruetas con los cables de auriculares, que funcionan como antenas, para tratar de domar -inutilmente- la frecuencia esquiva.
Durante mucho tiempo atribuí este fenómeno (una cosa similar sucede al pasar frente al edificio Libertador, detrás de la Casa Rosada, dada la cantidad de equipos de comunicación que poseen ambos) a la existencia de algúna dependencia militar, o alguna radio de la vecindad.
Luego de tantos viajes en tren, no me quedan dudas que en esa zona hay alguna singularidad del universo, una especie de trampa o laberinto magnético que impide a las ondas comportarse de acuerdo a lo esperado por la teoría.
Hace unos meses, durante la interferencia, escuche a un crítico de cine comentar el estreno de una película que casualmente estaban dando ese mes en uno de los canales de TV por cable. Todos sabemos que desde el estreno en las salas de cine, hasta la TV por cable (no la premium) pasan varios meses, incluso años.
La verdad es que desde entonces, los jueves presto atención a las recomendaciones interferidas, para elegir que ver esa semana en la tele. Ayer recomendaron "21 gramos". Vi en la revista que la dan este domingo.