31 de agosto de 2006

Buena suerte

Promediando la noche deanoche me levante, por la necesidad imperiosa de ir al baño. Como tenía un pie con una venda, poruna torcedura de tobillo reciente, iba a los saltitos sin prender la luz, tratando de no hacer ruidos. A pocos pasos dela puerta del baño, siento que con el pie que daba los saltos, piso algo de consistencia dudosa. Recordé quela Puky había quedado adentro. Maldije en silencio a la perra, y como pude, tratando deno ensuciar demasiado, seguí haciendo equilibrio hasta el baño. Pensé “es augurio de buenasuerte, según dicen. Esperemos que cambie esta racha”. Pobre iluso. El correr del día me demostraría cuan equivocado estaba.
Por la mañana, me desperté con una sensación extraña. Miro eldespertador, 6.12 am decía. La luz que entraba por la ventana lo desmentía. Busqué unasegunda opinión, eran las 9.20. Evidentemente el despertador se había parado. Salté hacia el baño, abrí laducha. Luego del tiempo prudencial que amerita la espera del agua caliente, tanteé el agua y seguía fría. Supuse, acertadamente, que el calefón se había apagado. Bajé y lo encendí. La lista seguía poblándose de sucesos desafortunados.
Fui a la estación. Como era depreverse, el tren acababa de irse, había que esperar 20 minutos más. Por suerte, tanto nollovía y la temperatura había subido.
En la Terminal debía transbordar al subterráneo. Tenía que comprar una nueva tarjeta. Obviamente, había cola. Hasta me aburro de escribir todos los acontecimientos...
Finalmente, llegue al trabajo, casi doshoras tarde. Por supuesto, tenía una reunión a la que llegué tarde. Luego detres intentos fallidos, bloqueé mi usuario del sistema. Fui a la maquina de café, pedí uncafé con leche. Por lo que quedó en el vaso, era de suponer que se había acabado la leche. Ahí lodejé. Tuve la deferencia de pegar un cartelito que prevenía de la situación. Deferencia que notuvo mi predecesor en el intento. Hice un mate cocido, y me senté enel escritorio arevisar papeles. Un compañero pasó demasiado cerca, pateó el escritorio y el matese derramó sobre el teclado. Desdeentonces la barra espaciadora no anda del todobien (lohabránpodidonotar,aestaalturadelrelato).
Decidido a compartir los hechos fortuitos que me acompañaban ese día, comencé a escribir esta historia. Cuando estaba llegando al final de laprimera versión, la PC se colgó, y perdí lo quehabia escrito. Volví a escribirlo. La versión nofue tan buena como laque se había perdido. No obstante, quise subirla al blog. Esta vez, falló la página y tuve que volver a empezar por tercera vez. La tercera versión, que espero sea la definitiva, es aún peor quela segunda. Llego a tener algún otro inconveniente, la dejo como quede. Espero poder termi

15 de agosto de 2006

Reíte de Funes…

A veces me pregunto porqué la memoria registra y tiene muy presente cosas totalmente inútiles o viejas, y no retiene cosas más necesarias o los sucedáneos recientes. Me sorprendo habitualmente recordando, por ejemplo:
- El número de teléfono de los padres de mi amigo Marcelo, de Villa Ballester. Nunca llamé a ese número.
- La password del usuario administrador de varios equipos que utilizaba en un trabajo que tuve hace mas de 8 años.
- El código postal de La Plata.
- Que un ministro llamado Manrique fue quien instauró la cuestión de la movilidad de los feriados para fomento del turismo.
- La letra de algunos tangos que probablemente se escuchaban en la radio en casa, cuando yo era chico y que nunca más escuché.
- El número de la patente de un auto que tuvo mi familia, allá por el año 81.
- El lunar que tiene en la cara el tipo que manejabe el auto que quedo junto al mío esta mañana en el semáforo de Lugones y Sarmiento.
- Casi literalmente, una composición bastante mala que hice en 5to año de la secundaria.
- La regla mnemotécnica “oso chiquito pico de pato” para las sales.
- Que en el último viaje a chile, volví en el asiento 7C.
- La serie “240 Roberts”
- El agujerito donde dejo el cepillo de dientes cada mañana, a pesar de que todos los días lo dejo en uno diferente, sin un orden consciente.

Sin embargo, hay cosas que nunca pude acordarme, o que no puedo retener, como:
- En que año fueron las guerras mundiales.
- Dónde estaciono el auto cuando voy al supermercado.
- La clave para consultar las cuentas del banco por internet.
- En inglés, la 3rd column de “begin”
- Comprar pilas para el control remoto de la TV, aunque reniegue todos los días porque tengo que pararme a cambiar de canal.
- El código postal de mi domicilio actual.
- El preámbulo (y eso que intentaron hacermelo repetir innumerables veces!)
- El número de mi cédula de Policía Federal.
- Si la transacción para las cuentas corrientes de clientes es la FBL1N o la FBL5N.
- Una cosa sin sentido que me acordaba esta mañana, que inspiró este post, y que ahora no puedo recordar.

La imagen: Salvador Dalí. Persistencia de la memoria.

10 de agosto de 2006

Café recién hecho


En la cocinita que hay en la oficina, pasa algo raro.
Uno entra, acciona la llave de la luz y nada sucede inmediatamente. Un poco tanteando y otro poco adivinando o recordando, uno se sirve café, agua caliente o simplemente un vaso de agua fresca. Al rato, probablemente cuando uno ya se retiró, se enciende la lamparita.
Yo creo que por alguna razón el tiempo pasa más lento ahí. El otro día cuando fui por un vaso de agua, la luz ya estaba encendida y estuve charlando un rato con una compañera que estaba allí. Más tarde fui a su escritorio para preguntarle algo y no la encontré. Es más, averigüé y resulta que estaba de vacaciones desde hacía una semana.
Uno de estos dias, cuando nadie me vea, me voy a dormir una siesta ahí dentro. Capaz que cuando salga, solo habrán pasado un par de minutos.
Disculpen que corte acá, pero huelo a café recién hecho. Debe ser el que pusieron esta mañana. Y no me puedo resistir al café recién hecho...

2 de agosto de 2006

Paradoja

¿Por qué se agota tan fácilmente la capacidad de resistencia de una cultura rebelde a los mandatos del mercado, por qué nuestros escritores y artistas pierden cada vez más terreno ante esos grandes almaceneros ignorantes que son los gerentes de las multieditoriales de nuestro tiempo?


Ivonne Bordelois, El país que nos habla, Buenos Aires,
Editorial Sudamericana, 2005, p.103

Premio Ensayo LA NACION-Sudamericana 2005